Hotel existencia.

Supongo que todos necesitamos nuestro particular Hotel Existencia en el que refugiarnos de vez en cuando…

TOM: Dime tú a dónde ir, Harry. Estoy abierto a cualquier sugerencia.

NATHAN: Un lugar donde vivir como uno quiera. De eso es de lo que estamos hablando, ¿no? Una nueva versión de El Edén imaginario. Pero para eso tienes que estar dispuesto a renunciar a la sociedad. Eso es lo que me dijiste. Ya hace mucho tiempo, pero creo que empleaste la palabra coraje. ¿Tienes coraje,Tom? ¿Tiene alguno de nosotros el coraje necesario para hacer eso?

TOM: Todavía te acuerdas de ese trabajo mío de la universidad,¿no?

NATHAN: Me causó gran impresión.

TOM: Por entonces no era más que un pipiolo, aún no me había licenciado. No sabría mucho, pero seguramente era más listo que ahora.

HARRY: ¿A qué nos estamos refiriendo?

NATHAM: Al refugio interior, Harry. Al lugar al que acude la gente cuando ya no puede vivir en el mundo real .

HARRY: Ah, yo tuve uno. Como todo el mundo, supongo.

TOM: No necesariamente. Hace falta una buena imaginación y, ¿cuánta gente puede presumir de eso?

HARRY: Ahora lo recuerdo todo. El Hotel Existencia. No tenía más de diez años, pero aún recuerdo el momento exacto en que me vino la idea a la cabeza, el preciso instante en que se me ocurrió ese nombre. Nunca había estado en un hotel, pero como había visto muchos por fuera cuando mi madre me llevaba al centro sabía que eran sitios especiales, fortalezas que protegían de la miseria y las mezquindades de la vida cotidiana. Un hotel representaba la promesa de un mundo mejor; más que un edificio era una oportunidad, la ocasión de vivir dentro de los propios sueños. (…)

TOM: Sigo sin entender. Te inventas un sitio llamado Hotel Existencia, pero ¿dónde está? ¿Para qué sirve?

HARRY: ¿Para qué? Para nada, en realidad. Era un refugio, un mundo que podía visitar en mi imaginación. De eso estamos hablando ¿no?. Evasión. (…)

HARRY: Entrar en el Hotel Existencia era pensar en palabras como alterne, chiaroscuro, destino. Eran hombres y mujeres lanzándote miradas discretas en el vestíbulo. (…)

TOM: Quiero vivir de otra manera, eso es todo. Si no puedo cambiar el mundo, al menos puedo intentar cambiarme a mí mismo. Pero no quiero hacerlo solo. (…)

HARRY: Y ¿dónde estaría situada esta pequeña utopía tuya?

TOM: Pues en alguna parte, en el campo, supongo. En un sitio con mucho terreno y casas suficientes como para albergar a toda la gente que quisiera vivir allí.»

© Auster, Paul. «Brooklyn Follies»



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