Con estas palabras se describe a sí mismo Hans Schnnier, payaso profesional protagonista del libro que recomendamos hoy. “Opiniones de un payaso” se convirtió pronto en uno de los mayores éxitos literarios de Heinrich Böll (1917-1985) y de toda la literatura alemana. Hoy se considera un clásico imprescindible. Espléndida novela de 1963 con la que el autor (Premio Georg Büchner en 1967 y Premio Nobel de Literatura en 1972), expresó su rechazo al conformismo social, a la falta de un sentimiento religioso comprometido y a la utilización de la política en beneficio propio.
Opiniones de un payaso es un libro de sopor e inquina a partes iguales. Un gran libro y un gran tema, también: Beneficiados, perjudicados, celos, soledad, fracaso, posesión. La «voluntad», dice el diccionario es el “acto con que la potencia volitiva admite o rehúye una cosa, queriéndola, o aborreciéndola y repugnándola”. Que lo lean y lo disfruten en silencio como yo lo hice en su momento.
“[…] Entré en el cuarto de baño, vertí en la bañera parte de las sales de baño que Minika Silvs me había dejado y abrí el grifo del agua caliente. Bañarse es casi tan bueno como dormir, y dormir es casi tan bueno como hacer “la cosa”. Marie la llamó así, y pienso en la cosa siempre en sus términos. No podía concebir que ella hiciese “la cosa” con Züpfner, mi fantasía no tiene compartimentos para tales ideas, del mismo modo que nunca estuve seriamente tentado de revolver en la ropa interior de Marie. Sólo llegaba a imaginarme que ella jugaría a la oca con Züpfner, y me enfurecía. Nada de lo que yo había hecho con ella lo podía ella hacer con él sin parecerme traidora o prostituta. Ni siquiera le podía extender mantequilla sobre el pan. Si imagino que ella toma del cenicero el cigarro de él y lo termina de fumar, casi me vuelvo loco, y no supone ningún alivio saber que él no fuma y que es probable que juegue al ajedrez. Algo debía ella hacer con él, y debía hablarle del tiempo y de dinero. En realidad lo único que ella podía hacer para él sin pensar continuamente en mí era cocinar, pues esto me lo hizo tan raras veces, que no sería necesariamente infidelidad y fornicación. Me hubiese gustado mucho llamar enseguida a Sommerwild, pero era aún demasiado pronto, ya que me había propuesto despertarle de su sueño allá por las dos y media de la madrugada, y conversar con él largo y tendido sobre arte. Las ocho de la noche era una hora demasiado decente para telefonearle y preguntarle cuántos principios de orden le había hecho tragar a Marie, y qué comisión había recibido él de Züpfner: ¿una cruz abacial del siglo trece, o una madona centrorrenana del catorce? También reflexioné cómo le asesinaría. A los estetas lo mejor es romperles en la cabeza un valioso objeto de arte, con lo cual sufren, aún al morir, por el crimen artístico. Una madona no sería lo bastante valiosa y es demasiado sólida, y moriría con el consuelo de que la madona se había salvado; y una pintura no es lo bastante pesada, si se exceptúa el marco, y le quedaría también el consuelo de que el cuadro se conservaba. Podría yo raspar la pintura de un cuadro valioso y estrangularle o asfixiarle a él con la tela: ningún crimen perfecto, pero un perfecto crimen estético”.
“(…) Es cosa horrible la miseria, pero también resulta penoso malvivir, situación en la que se encuentran la mayoría de los hombres. Y ser rico, pregunté, ¿cómo es?” Me ruboricé. Me miró con acritud, se ruborizó también y dijo: “Joven, tu acabarás mal si no dejas de pensar. Si yo tuviese valor y creyese aún que se puede crear algo en este mundo, ¿sabes tú lo que haría yo?”. “No”, dije. “Fundaría”, dijo, y volvió a ruborizarse, “una asociación que cuidara de los hijos de la gente rica. Pero los imbéciles no encuentran asociales más que a los pobres”
Ficha del libro | Ed. Seix Barral.
Sobre Heinrich Böll | Web oficial (en alemán); Fundación Heinrich Böll (en alemán)
Premios | Nobel Archive Böll, 1972
Más información | El Criticón
Categorías:Libros
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