80° aniversario del nacimiento de Ana Frank.

Ana Frank, la adolescente judía cuyo nombre se inmortalizó por el diario que escribió mientras se escondía con su familia de los nazis, habría cumplido 80 años este mes si hubiera sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial. Para marcar la fecha, el sitio de internet «El Museo de Ana Frank» divulgó una imagen de cómo se vería este año en el día de su cumpleaños, el 12 de junio. Los pensamientos de esta joven judía sacudieron al mundo. Cuando la libreta a cuadros roja y blanca se publicó, ella ya estaba muerta. Murió a los 15 años de forma dolorosa, por tifus, en marzo de 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, pocas semanas antes de que fuera liberado por los Aliados. Hoy se celebra el nacimiento de la autora que firmó el diario más leído del pasado siglo y que contaba la historia de una niña judía víctima del nazismo

Hoy podrían encenderse las velas sobre una tarta en un desván. No en vano, 80 años es una cifra especialmente redonda, y propicia para observar toda una vida con la perspectiva necesaria. Sí, este 12 de junio de 2009 podemos mirar el 12 de junio de 1929 y atisbar la vida de una alemana, de nombre Annelies Marie, pero esa historia individual que podría haber llegado hasta este momento se interrumpió bruscamente en 1945. De no haber sido así, Annemarie podría haberse jactado de ser una de las escritoras más leídas de su siglo y del nuestro. Porque aquella remota muchacha no es otra que Ana Frank.

Antes del encierro. De su vida previa al momento en que comenzó a contárnosla, poco sabemos, a lo más un puñado de datos muy simples: que nació en Francfort siendo la segunda hija del matrimonio formado por el empresario Otto Frank y el ama de casa Edith Hollander, ambos judíos. Otto incluso había obtenido la Cruz de Hierro por sus servicios durante la Primera Guerra Mundial. Por lo tanto, un buen alemán. Del matrimonio, celebrado en 1925, nacerá antes de Ana la primogénita, Margot, en 1926. Como cuenta Ana en una de las primeras anotaciones de su diario,

«Como somos judíos ‘de pura cepa’ mi padre se vino a Holanda en 1933, donde fue nombrado director de Opekta, una compañía holandesa de preparación de mermeladas. Mi madre, Edith Holländer, también vino a Holanda en septiembre, y Margot y yo fuimos a Aquisgrán, donde vivía mi abuela. Margot vino a Holanda en diciembre y yo en febrero, cuando me pusieron encima de la mesa como regalo de cumpleaños para Margot».

Siendo esta emigración clave en la vida de la familia Frank, el momento crucial llegará en julio de 1942: el domingo 5 se recibió en el domicilio de la familia en Amsterdam una citación que creen destinada a Otto Frank, pero que es para que la hija mayor, Margot, compareciera ante la SS:

«Me asusté muchísimo. ¡Una citación! Todo el mundo sabe lo que significa. En mi mente se me aparecieron campos de concentración y celdas solitarias. ¿Acaso íbamos a permitir que a papá se lo llevaran a semejantes lugares?».

Ante el riesgo de la disgregación de la familia arduamente reunida, se toma la decisión de esconderse todos juntos en unas dependencias adosadas al edificio en el que Opekta tenía sus oficinas y almacenes, en el número 263 de la Prinsengracht. Es lo que Ana llama “La casa de atrás” y que tiene una superficie habitable de 46 metros cuadrados.

Ese espacio ha estado siendo acondicionado en secreto por Otto Frank desde un año antes, preparándolo por si el encierro se convertía en la única posibilidad de sobrevivir en una Holanda ocupada por los nazis. Tras llegar al edificio a pie, sin maletas, forrados con diversas capas de ropa y tras recorrer un itinerario bien meditado para dificultar el seguimiento, la familia Frank llega a la casa de atrás el lunes 6 de julio de 1942. Una estantería giratoria con libros oculta la puerta que comunica el edificio de Opekta con la casa de atrás. Sólo la abandonarán, y a la fuerza, el viernes 4 de agosto de 1944. De los refugiados, sólo uno sobrevivirá a la guerra.

Ocultos y protectores. Otras cuatro personas acompañarán a los Frank en su reclusión: su socio, también judío, Hermann van Pels, su esposa Auguste y su hijo Peter. En las páginas del diario, Ana les dará el apellido van Daan, por mantener a salvo su intimidad, a los que se unirá más tarde, en noviembre de 1942, el dentista Fritz Pfeffer, casado con una cristiana y, al igual que Otto Frank, alemán y huido de la persecución nazi. Pfeffer, con quien en absoluto congeniará Ana, recibirá el nombre de Albert Dussel en las páginas del libro. Pagado de sí mismo, Pfeffer dejará a Ana con la sensación permanente de poner en peligro a los demás al mantener contacto epistolar con su esposa.

Para mantenerse con vida y seguros, los ocho refugiados necesitarán la ayuda de cuatro empleados de Opekta, que mantendrán una fidelidad y lealtad verdaderamente maravillosas con los ocultos. Estos cuatro protectores son Miep Gies, que en febrero acaba de cumplir cien años, Elisabet ‘Bep’ Voskuijl, Johannes Kleiman y Viktor Kugler. Al descubrirse el escondite de la casa de atrás, serán detenidos, en su calidad de encubridores, Viktor Kluger y Johannes Kleiman. El mismo día de la redada, 4 de agosto de 1944, serán llevados a una prisión preventiva en Amsterdam, y trasladados un mes más tarde, sin que se hubiera iniciado instrucción alguna, a un campo de concentración transitorio en Amersfoot (Holanda). Kleiman será liberado una semana más tarde por motivos de salud (morirá en 1959), mientras que Kluger logrará escapar en 1945, poco antes de que lo enviaran a Alemania a realizar trabajos forzados. Tras la guerra, emigrará a Canadá, donde morirá en 1999. La única superviviente del grupo, Miep Gies, recibió en 1995 el título de “Justo entre las naciones”, máximo honor concedido a no judíos por el Museo de Yad Vashen.

El diario. Lo que da un valor especial al diario de Ana Frank es que no es un fruto directo de las circunstancias extraordinarias que vivió Ana Frank, sino que se inició antes de los hechos cruciales y por lo tanto permite confrontar la vida y las perspectivas de una niña judía de clase media antes y después de sentirse como una víctima del nazismo. Así, mientras el diario comienza detallando la variada lista de regalos recibidos en su décimo tercer cumpleaños, y trazando un retrato, pleno de vivacidad, ingenio e indiscreción, de sus compañeros y compañeras de colegio, a medida que se suceden las semanas va convirtiéndose, más que en el relato de las vicisitudes de un grupo recluido, en un ejercicio de introspección de una persona que se debate entre la desesperación, la esperanza, el miedo e incluso el amor que alberga hacia el joven Peter van Pels.

Por otra parte, son escasos los diarios de víctimas del Holocausto: entre ellos, lo habitual es que sus autores sean adultos con un importante bagaje cultural, como Mihail Sebastian. El de Ana Frank, junto a los recientemente editados del joven checo Petr Ginz (1928-1944) y la polaca Rutka Laskier (1929-1943) son otros ejemplos. Por publicarse en castellano queda el de la checa Vera Kohnova (1929-1942) y el del polaco David Sierakowiak (1928-1943).

El diario de Ana comienza con unas palabras que son a la vez un enunciado de intenciones: «Espero poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, y espero que seas para mí un gran apoyo» (12 de junio de 1942). A continuación, el 28 de septiembre, interpolará como segunda inscripción, que coloca delante de la que realmente escribió en segundo lugar el 14 de junio, una en la que reafirma la importancia que para ella tiene su diario:

«Hasta ahora has sido para mí un gran apoyo, y también Kitty, a quien escribo regularmente. Esta manera de escribir en mi diario me agrada mucho más y ahora me cuesta esperar cada vez que llegue el momento para sentarme a escribir en ti. ¡Estoy tan contenta de haberte traído conmigo!»

La fecha de la primera inscripción es la del cumpleaños de Ana Frank, un viernes lleno de regalos y alegría. La interporlación pertenece a un momento en que la vida de Ana ha cambiado respecto al primer momento: sigue estando Holanda ocupada por los nazis, y perseguidos los judíos. Pero la familia Frank ha dejado de vivir en libertad y ahora lo hacen en la clandestinidad, ocultos en un piso preparado para la ocasión y en el que el único hábito de Ana que se mantiene sin variación es la escritura de su diario, algo sobre lo que desde un comienzo medita:

«para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual, tengo ganas de escribir y mucho más de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas».

En esa misma anotación, del 20 de junio de 1942, llega a la conclusión de que escribe porque no tiene ninguna verdadera amiga con la que sincerarse y a la que necesita. Por ello:

«Para realzar todavía más en mi fantasía la idea de la amiga tan anhelada, no quisiera apuntar en este diario los hechos sin más, como hace todo el mundo, sino que haré que el propio diario sea esa amiga, y esa amiga se llamará Kitty».

Ana Frank fue sólo uno del millón de niños judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial. Su madre y su hermana cuentan entre el resto de víctimas que se sucedieron hasta alcanzar la cifra de seis millones de inocentes. A cambio, queda el consuelo de que su testimonio, su diario, haya vendido más de 30 millones de ejemplares en todo el mundo.

Con todo, Ana, en vista del horror del que estaba informada por los comentarios de los protectores, y por las emisiones de la BBC y de Radio Orange (emisora del gobierno holandés en el exilio), se sabe una privilegiada:

«A veces me pongo a reflexionar sobre la vida que llevamos aquí, y entonces por lo general llego a la conclusión de que, en comparación con otros judíos que no están escondidos, vivimos como en un paraíso» (2 de mayo de 1943). No obstante, la tranquilidad del refugio no basta: «Todos los días tomo valeriana contra el miedo y la depresión» (16 de septiembre de 1943).

Las entradas de ladrones nocturnos en el edificio de Opekta no hacen sino aumentar el miedo a ser descubiertos, junto a las sospechas por parte de un empleado de la firma. El buen humor de Ana se desmorona, hay incluso un periodo de mes y medio sin ninguna inscripción, y los días se van llenando de miedo y de actividades para mantener la mente ocupada con estudios, que en el caso de Ana son:

«taquigrafía francesa, inglesa, alemana y holandesa, geometría, álgebra, historia, geografía, historia del arte, mitología, biología, historia bíblica, literatura holandesa; le encanta leer biografías, áridas o entretenidas, libros de historia (a veces novelas y libros de esparcimiento)» (19 de mayo de 1944).

Edith Frank murió de inanición en Auschwitz el 6 de enero de 1945. Hermann van Pels murió en Auschwitz gaseado el mismo día de su llegada, el 6 de septiembre de 1944, o bien por enfermedad semanas después. Auguste van Pels murió en fecha desconocida, tal vez en el campo de Theresienstadt. Fritz Pfeffer murió en el campo de Neuengamme el 20 de diciembre de 1944. En marzo de 1945, Margot y Ana Frank están internadas en el campo de exterminio de Bergen Belsen. El tifus acaba con ellas. Una superviviente, Janny Brillealijper, pudo testimoniar su fin: «La primera que se cayó de la cama al suelo de piedra fue Margot; ya no era capaz de incorporarse. Ana falleció al otro día». Peter van Pels, que fuera amado por Ana, muere de inanición en el campo de Mauthausen. En el campo de Bergen Belsen, una lápida con el nombre de las dos hermanas recuerda que en algún lugar de ese recinto deben estar las cenizas.

El 14 de abril de 1944 Ana escribió en el último cuaderno de los tres de su diario: «Te aseguro, Kitty, que estoy un poco loca, aunque no sé por qué. Todo aquí está patas arriba, las cosas no guardan ninguna relación, y a veces me entran serias dudas sobre si más tarde le interesará alguien leer mis bobadas. “Las confidencias de un patito feo”: ése será el título de todas estas tonterías». El 11 de mayo de 1944, escribe: «de todos modos, cuando acabe la guerra quisiera publicar un libro titulado “La casa de atrás”; aún está por ver si resulta, pero mi diario podrá servir de base».

En 1947, un libro titulado “Het Achterhuis” (‘La casa de atrás’) descubre al mundo una primera versión, con algunas alteraciones y supresiones del diario de Ana Frank. Una obra teatral de 1955 galardonada con el Pulitzer, una película de 1959 premiada con tres premios Oscar, y un musical español de 2008 han servido para difundir el diario y su autora. Ana Frank murió en 1945. Pero hoy cumple 80 años. Felicidades, Ana. ¡Y que sean muchos, muchos, muchos más!

Fuente: Ochenta velas para Ana Frank. Mario Virgilio Montañez. Diario Sur. 12.06.2009.


Sitio web oficial de la Casa de Ana Frank.
Fragmentos del diario de Ana Frank.
Diez preguntas en torno a la autenticidad del diario de Ana Frank.

Canal sobre Anna Frannk en YouTube.



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18 respuestas

  1. hola me gusto mucho de hecho, para el colegio debo hacer un ensayo sobre la 2ª guerra mundial
    o algún tema relacionado y tu pequeño texto me inspiro para hacerlo acerca de Ana frank
    desde ya muchas gracias :)

  2. Muy buena la historia de Ana Frank yo lo leí y ahora lo he vuelto a leer , es muy interesante.Lo recomiendo.

  3. me encanto la informacion y me parecio mui interesante

  4. me hicieron un gran favor gracias esto es super

  5. ME ENAMORE DE ESA NIÑA ,…SUS DESTELLOS DE GENIALIDAD ME HACEN PENSAR EN LAS VERDAERAS MENTES QUE PERDIO EL HOMBRE CON LOS AÑOS DEVIDO A SU IGNORANCIA , ES HERMOSO LEER QUE NUNCA ODIO A NADIE NI POR RAZA NI POR MODO DE PENSAR

  6. ese libro es uno de mis preferidos si me agrada

  7. Hermoso y completo relato, muchas gracias, lo incluiré como lectura complementaria para mi curso de estudiantes de primaria. Estos hechos deben ser siempre recordados y llevarnos a una profunda reflexión del pasado, el presente y el futuro de la condición humana.

  8. Estoy leyendo el libro de Ana por primera vez, Se que lo volvere a leer.
    Cuanta claridad en sus palabras. Muy bueno.

  9. es muy pero muy doloroso la maestra nos conto Q ana frank era muy boniita en las imagenes sale asi pero si la bieran en verdad en el libro su rostro destrosado ni selo imaginan […….]

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