«El viaje a la ficción» de Mario Vargas Llosa.

Título: El viaje a la ficción Autor: Mario Vargas Llosa.│Editorial: Alfaguara │Temática: Miscelánea Literaria. │ Fecha de publicación: 19/11/2008. │Páginas: 240. │ISBN: 978-84-204-7442-7 |  EAN: 9788420474427Precio: 17,50

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Viaje prodigioso a Juan Carlos Onetti – ABCD.es

Miguel García-Posada – 22 /11/2008 – número: 878

 

A veces la justicia poética existe, solo a veces. No fue rigurosa -esto es, ejemplar- con Cervantes, pero tampoco con Borges, por citar dos casos eminentes mas no aislados. La justicia poética está en cambio existiendo con Juan Carlos Onetti: la desaparición física del escritor (1994) no ha afectado al prestigio de su obra, cada vez más intenso, pese a ser en buena medida una cima del hermetismo. Onetti suscribía íntegramente la propuesta de Antonio Machado de que la historia fuese «confusa» y «clara» la pena, aunque se precipitaran en el gran escritor otros modelos, como el decisivo faulkneriano, que Mario Vargas Llosa elucida con su habitual precisión.

 

Palabra creadora. Más de diez años después de su muerte, Onetti ha tenido la fortuna de que un escritor y crítico de la talla de Vargas Llosa haya decidido abordar su obra con sistematismo y rigor. Despliega el gran crítico, acaso el más completo y perspicaz de la crítica actual, un punto de vista comprensivo, original, novedoso. Reproduciendo el modelo de los antiguos contadores de historias de las primitivas tribus indoamericanas, Onetti sería un hablador críptico, como el inolvidable Mascarita de aquella novelita ejemplar. Mediante la ficción, crea un mundo alternativo al nuestro, capaz de suplantarlo y derogarlo por la fuerza de la palabra creadora; un mundo alternativo en el que se refugian los seres que encuentran este mundo intolerable. De modo que este universo de elipsis, silencios, derrotas y naufragios se erige, en su turbadora verdad, como una suerte de prodigiosa consolación.

 

El tiempo nos ha dado la razón a quienes, aún vivo el autor, apostábamos sin reservas por la extrema calidad de toda la obra onettiana, incluidas sus postreras entregas. Alguna crítica, uruguaya, pero también española, fue bastante renuente con esta escritura onettiana. Aquí, en España, llegó a decirse que el autor abusaba de sus recursos, comentario que deprimió al escritor; así nos lo dijo en una conversación para nosotros memorable, en la medida en que mostraba la grandeza humana de un maestro consagrado y, sin embargo, vulnerable a las objeciones más o menos fundadas. Es posible que, como se ha dicho, algunos de los textos postreros manifiesten alguna fatiga, y, sin embargo, «Cuando entonces«, cuyo solo título bastaría para justificar su composición, era, es, como «Cuando ya no importe«, el digno colofón de un universo radical y consecuentemente poético.

 

Siempre silencioso. De la lectura de esta obra se infiere una escritura centrípeta, la condición también centrípeta del universo novelesco, su deslumbrante autogénesis, determinados rasgos del estilo y, en fin, la propia actitud humana del escritor, siempre silencioso, como si su voz sólo debiera escucharse a través de los parlamentos de sus criaturas.

Ese silencio humano se trasladaba a sus novelas, hechas de sobrentendidos, elipsis, alusiones que sólo cobran sentido en un indeclinable y autóctono sistema de referencias. Onetti establece, sí, un pacto con el lector, pero un pacto difícil, que descansa en una realidad profunda, como señalaba Flaubert a propósito del Quijote -los caminos de España que Cervantes no describe nunca. Esto es, hay un estilo «subterráneo» tan importante como el estilo de «superficie»; Onetti lo supo y utilizó con maestría. El resultado es un mundo hermético, pero de un hermetismo no gratuito, porque acaba contando con la complicidad del lector. En realidad, lo que Onetti dibujó fue una grandiosa alegoría del siglo XX, cuasi dantesca, centrada en el infierno.

 

Vargas Llosa analiza el influjo de Faulkner; hay quienes afirman que una lectura a fondo de Faulkner deroga la presunta personalidad del escritor uruguayo. No lo creemos así por muchas razones: las concordancias o convergencias entre el mundo de Onetti y el de Faulkner son menos poderosas que las divergencias, porque ni la sociedad urbana de Onetti es la sociedad rural y bastante feudal del maestro norteamericano, ni el estilo, la lengua de nuestro escritor, elíptica, sincopada, alada en sus transparentes esquemas rítmicos, guarda relación con el acumulativo y barroco sistema expresivo del autor de Mientras agonizo. Una prosa, la onettiana, de singular belleza expresiva, cuya capacidad de convicción deriva de que nunca es ornamental, procediendo como procede de las linfas mismas del manantío creador.

 

Universo sombrío. La hazaña literaria de Onetti consistió, en algún sentido, en derogar aquella célebre afirmación borgiana sobre el «desvarío» del novelista obligado a explayarse en abundantes páginas que el autor de cuentos resuelve en bastantes menos. La raíz naturaliter poética del mundo onettiano explica este desvío de los paradigmas narrativos de más acusada filiación realista. Por eso, los argumentos son secundarios en esta obra, donde lo esencial es el clima, el universo sombrío. Tomemos como ejemplo «Cuando entonces«. La novela transcurre en un prostíbulo: un espacio, sí, pero también una metáfora: la realidad no da para más.

 

Brillante y convincente, Vargas Llosa elucida todos los tramos esenciales de la trayectoria del autor. Ve en él al primer novelista en lengua española que rompió con las técnicas del naturalismo; el primero en utilizar un lenguaje modelado sobre el habla coloquial. Adaptó las grandes conquistas de los grandes novelistas del siglo pero distó de ser un mero epígono, añadiendo siempre su acento personal. Las frustraciones y silencios de sus criaturas son un trasunto de la América Latina del fracaso y el subdesarrollo.

 

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Mario Vargas Llosa publica El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti

 



Categorías:Libros

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1 respuesta

  1. Este libro me llama mucho la atención. Lo pondré en la larga cola de libros que están a la espera de abrirse ante mis ojos.
    Palmas para su blog. Estaré por aquí muchas veces.

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