Prometo ser bueno. Arthur Rimbaud.

Prometo ser bueno: cartas completas (Barril & Barral) reúne la correspondencia completa del poeta. Misivas autobiográficas que revelan los miedos y anhelos en la desesperada voz de un hombre condenado a errar, que viajó incansablemente, fue profesor, mendigo, explorador, comerciante, traficante de armas y hasta miembro de un circo. La desamparada huida de un poeta cuyas consignas visionarias -«Yo es otro», «Hay que ser absolutamente moderno», «La verdadera vida está ausente»- le convirtieron en el gran mito de la rebeldía adolescente. Lejos de esa imagen, su correspondencia, inédita hasta ahora en España, descubre a otro Rimbaud. Más íntimo y alejado de la leyenda.

Rimbaud dijo de sí mismo que sólo tenía un emblema, «la bandera del hombre que sangra». Desde 1875 la desplegó para dar la espalda al niño en llamas y ser, finalmente, otro.

Hasta su muerte –a los 37 años, con un cáncer de huesos  agravado por una mal curada sífilis– no volvió a escribir literatura («soy mayor para eso»). Quizá ya la había escrito toda. Quizá dolía demasiado.

Ahora tenemos la oportunidad de leer en castellano el único género que cultivó Rimbaud tras escapar de sí mismo, el epistolar. Todas las cartas conocidas escritas por el poeta son el debut de la editorial Barril & Barral. El volumen revela con una luz de blancura despiadada la retraída intimidad y vocación de huida de Rimbaud: caminante sin rumbo, mendigo y empleado de circo en Alemania, Austria, Holanda e Italia; mercenario y desertor en Java; capataz de obra en Chipre y, finalmente, comerciante de lo que se terciase, traficante de armas  y, según algunas biografías, también de esclavos, en Harar (Somalia).

La soledad, «cosa mala». Desde la ciudad islámica, asediada por siniestras hordas de hienas nocturnas, en la que Rimbaud vivió entre 1880 y 1891, proceden las misivas más conmovedoras y ajenas a la leyenda. Gran parte están dirigidas a su querida hermana Isabelle. «La soledad es cosa mala. Yo echo  de menos estar casado y tener una familia. Pero estoy condenado a errar», dice en una.

«Me porto bien, pero el pelo se me encanece por minutos», añade en otra. Pide que le compren una media para las varices en «una pierna larga y enjuta» que predice el tumor; reclama manuales de geología, un sextante, una cámara de fotos con la que se retrata con el rostro casi velado; da cuenta de negocios, del precio del marfil, el café y el oro, de sus tratos con reyes tribales y aventureros de fortuna, de temerarias expediciones a casi incógnitos…

«Uno envejece muy rápidamente aquí», escribe en una de las últimas cartas africanas.

En marzo de 1891, con la pequeña fortuna que ha amasado, le trasladan a Adén en camilla. Los dolores en la pierna son insufribles. Embarca hacia Marsella. «Me cortaron la pierna hace seis días (…). En unos meses volveré a Harar», escribe tras la operación. Sólo piensa en desaparecer.

Ya con la pierna amputada, en un hospital de Marsella, incapaz de dormir y descansar por los dolores, le escribe a su hermana Isabelle, que acude al hospital desde la villa natal, Charleville, en las Ardenas francesas:

«Mi querida hermana: No me has escrito. ¿Qué ha pasado? Tu carta me asustó, me gustaría tener noticias tuyas. Espero que no sean nuevos problemas, ¡ya tenemos bastantes! No dejo de llorar día y noche, soy un hombre muerto, lisiado de por vida. […] No sé qué hacer. Todo esto me ha vuelto loco: no consigo dormir ni un solo minuto. En fin, nuestra vida es miserable, una miseria eterna. ¿Para qué vivimos? Enviadme noticias».

El padre, militar disoluto, había abandonado a la familia. La madre, autoritaria y rígida, abjuraba de su hijo.

El 10 de noviembre de 1891, Rimbaud muere sin saber que ya era un mito entre los simbolistas. A los 16 años, el autor de la obra más inflamada de la poesía moderna había dictado el  único mandamiento necesario para la vida: «Hay que ser absolutamente moderno».

Antes de fallecer, por deseo de su hermana, recibe los sacramentos. Sus últimas palabras fueron: «Me creen loco y tú, ¿crees que lo estoy?».

Fuente: http://www.joseangelgonzalez.com/pdf/rimbaud.pdf

Más información: Rimbaud, más allá de su leyenda, por Elsa Fernández-Santos (ElPaís.com – 20.03.2009).



Categorías:Fragmentos literarios, Libros

Etiquetas:, , , , ,

5 respuestas

  1. A veces buscamos días, meses años con paciencia y perseverencia. Logré este día encontrar el sitio que finalmente reúne lo que mi alma necesita para alimentarse. ¡GRACIAS! Los invito a conocer el Museo Internacional de la Poesía Manuscrita, en La Carolina, San Luis. República Argentina. En mis blogs, hablo de este sitio mágico y desearía compartirlo. María Evelia Pérez Nicotra-Periodista-escritora, docente de la Provincia de San Luis-ARGENTINA

    Pueden conocer más de San Luis, visitando:
    http://www.sanluis.gov.ar

  2. Por las dudas, aquí vá un poema, que un poco dice el milagro que surge al abrir un blog literario, lejos de la tarea periodística cotidiana. Gracias nuevamente!

    Abalorios poéticos

    Advierto que hay muchos aguardando…
    que tal vez abran sus correos
    porque el día, ha llegado.
    Y esperan trascender como todos
    a través de sus mágicas palabras.

    Lo entiendo diariamente y amanezco
    leyendo interminables poemas,
    con cansancio y párpados pesados.
    Son tantos los que esperan,
    que solicito más vida, para satisfacerlos.

    http://abaloriospoeticos.blogspot.com
    http://argentinayamerica.blogspot.com
    http://arteliteraturayperiodismoensanluis.blogspot.com

  3. «Soy el santo, orando en la terraza, como las bestias pacíficas que pacen hasta el mar de Palestina.»

    Iluminaciones. Rimbaud.

    (…) el movimiento extraviado…

    (¡Se me acaban los dos céntimos!)

    Un cálido saludo…

  4. un personaje para recordar.
    espero encotrar este libro

Replica a María Evelia Cancelar la respuesta