Captatio benevolentiae: Pedir o conseguir la benevolencia (atención, respeto, expectativa o interés) del auditorio. El autor, el poeta, el rapsoda el actor pide al público que sea benevolente con él y con su obra, pues a pesar de sus imperfecciones lo ha hecho con buena voluntad.
«Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero, no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?»
Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, Prólogo.
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Vivir sin leer es peligroso… ¡Feliz día del Libro!
Un día de estos pondré orden en mi vida.
Se acaba 2016. Feliz 2017.
Aún podemos celebrar una Feliz Navidad.
En la Edad Media, los nobles analfabetos dejaban el encargo a sus niños de que contrataran un cronista que les escribiera la vida. Los cronistas, a sueldo, solían exagerar, para agradar a sus señores, pero también los había escrupulosos y veraces. El triunfo de la burguesía, nos obligó a todos a ser cronistas de nuestra propia vida, porque ya no había quien nos la contara. Y nació la novela. Pero el deseo de decir bien de uno mismo aparece sellado por la máxima ‘De ipse, silemus’ [de uno mismo , mejor no hablar], y si se habla, se procura atemperar los excesos laudatorios e incluso se recurre a la ‘captatio benevolentiae’, poniéndose uno mismo a parir, para merecer el perdón del público por el atrevimiento que supone hablar bien de uno mismo. O simplemente por la arrogancia de hablar de sí, bien o mal,como si lo que se cuenta pudiera tener algún interés para los otros.