
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
“Me basta así” por Ángel González está publicado en el libro «Palabra sobre palabra» (1965).
Categorías:Poesía
excelente
Angel González siempre me gustó. Además le debo una muy buena calificación durante mis estudios universitarios en la materia de Literatura española I cuando el catedrático en el examen oral e final de curso me preguntó después de una serie de cuestiones propias del temario de la materia cuál era la lectura que en aquel momento tenía entre mis manos. Yo le respondía la verdad, que estaba leyendo últimamente “Palabra sobre palabra” de Ángel González y durante unos minutos hablamos sobre el poeta del que mi profesor era entusiasta lector y admirador.
Yo siempre, también, lo he admirado. Y este poema es magnífico. Tiene una fuerza, una pasión, una sensualidad, una verdad… que enamora al lector. Hace que la admiración por Angel González poeta se mezcle con la envidia hacia el Angel González hombre por haber vivido sensaciones y experiencias como la o las que le incitaron a construir esta belleza de poema.
Muchas gracias por este post, amigo
Un abrazo