Como continuación a nuestra anterior propuesta de bichos literarios, Wendy nos ofrece desde su interesante bitácora Ciencia e Historia Divertida, esta otra estupenda colección de insectos surgidos de la Literatura: Mi colección de insectos aparecidos en libros.
Otras contribuciones de mis queridos lectores han sido:
“Las Moscas” de Jean-Paul Sartre, (cortesía de Vailima): Una estatua de Júpiter, dios de las moscas y de la muerte… símbolo de la descomposición de Francia.
“El escarabajo de oro” de Edgar Alan Poe (gentileza de Verónica)
Las abejas del corazón de Antonio Machado en “Anoche cuando dormía” (obsequio de Roberta).
Añado a la lista:
La gigantesca araña personificación de los temores del “protagonista perdedor” de la novela “IT” (Eso) de Stephen King. (Recordemos las arañas de Harry Potter y la cámara secreta)
Los diversos bichos, bestias y alimañas de “Viaje al Centro de la Tierra” de Julio Verne.
“Biografía de una Mosca” de Juan José Millás.
Gracias a todos. ¿Alguno más…?
Categorías:Andanzas
Divertidísima la propuesta Alguien!
Pensé que ya habían comentado al «señor de las moscas»!
Y después de un rato recordé: pero claro! las 7 plagas de la biblia! y hasta Aristóles hablando de lo sabrosos que son los bichos:
“Aristóteles, nos habla así de las cigarras: “… saben mejor en su fase de ninfas antes de la última transformación…” y “… (entre los adultos) los mejores para comer son los primeros machos, pero después de la copula con las hembras, que a la sazón se encuentran llenas de huevos blancos…”.
(…) Pasaba el día en la trastienda, escribiendo esquelas desatinadas, que hacía llegar a Amaranta con membranas de pétalos y mariposas disecadas, y que ella devolvía sin abrir. Se encerraba horas y horas a tocar la cítara. Una noche cantó. Macondo despertó en una especie de estupor, angelizado por una cítara que no merecía ser de este mundo y una voz como no podía concebirse que hubiera otra en la tierra con tanto amor.
En Cien años de soledad, también.
Amaranta… y Pietro Crespi, con sus muñecas cortadas a navaja y las dos manos metidas en una palangana de benjuí.