Washington Irving (1783-1859), cuyo nombre tiene su origen en la devoción que sentían sus padres por el primer presidente de Estados Unidos (George Washington), fue un escritor del Romanticismo que desde muy joven desarrolló una enorme pasión hacia la literatura y, posteriormente, también por el periodismo.
El hecho de ser nombrado embajador de los Estados Unidos en Madrid (1842–1845) por orden de Daniel Webster, secretario de Estado llegó a Irving a pasar largas temporadas en España, empapándose profundamente de la historia y la literatura españolas. Se convirtió en un auténtico hispanista lo que le condujo a la creación de libros sobre leyendas españolas y sus reconocidos “Cuentos de la Alhambra”. Fruto de su influencia se creó la “Ruta de Washington Irving”, un itinerario que recorre 250 kilómetros siguiendo las huellas de la civilización hispano-musulmana, el legado árabe bajo la senda que siguió el propio Irving.
Irving fue el primer norteamericano en alcanzar la celebridad como escritor profesional y se le considera mentor de autores como Edgar Allan Poe o Nathaniel Hawthorne. Entre sus obras más destacadas se encuentran la ya nombrada “Cuentos de la Alhambra”, «El libro de bocetos» o quizá sus dos cuentos más conocidos, «La Leyenda de Sleepy Hollow» o La Leyenda del jinete sin cabeza (adaptada al cine por Tim Burton en 1999 y posteriormente llevada a la televisión en forma de serie) y “Rip Van Winkle.
Falleció el 28 de noviembre de 1859, un día como hoy. In Memoriam:
«Hay dos clases de gente para quienes la vida es una fiesta continua: los muy ricos y los muy pobres. Unos, porque no carecen de nada; los otros, porque no tienen nada que hacer; pero no hay nadie que entienda mejor el arte de no hacer nada y de nada vivir, como las clases pobres de España. Una parte de ellos se debe al clima y lo demás al temperamento. Dadle a un español sombra en verano y sol en invierno, un poco de pan, ajo, aceite y garbanzos, una vieja capa parda y una guitarra y ruede el mundo como quiera.
«Allí me detuve para dirigir una última mirada sobre Granada. La colina en que me encontraba domina un maravilloso panorama de la ciudad, la vega y los montes que la rodean, y está situada en la parte del cuadrante opuesto a la Cuesta de las Lágrimas, famosa por el último Suspiro del Moro. Ahora podía comprender algo de los sentimientos experimentados por el pobre Boabdil cuando dio su adiós al paraíso que dejaba tras él y contempló el áspero y escarpado camino que lo conducía al destierro«.
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Me encantan los Cuentos de la Alhambra, que forman parte de mi crecimiento como lector. Y cuando los releo, me imagino al escritor sentado en aquellas salas del palacio granadino soñando historias que nos llevan tan lejos en el tiempo.
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