Bolaño, El escritor insufrible.
por Andrea Paula Garfunkel.
NARRATIVAS núm. 12 – Enero- Marzo 2009. [Descargar Revista-PDF]
I. INTRODUCCIÓN
En el marco del 1er Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, F.I.L.B.A., llevado a cabo entre el 12 y 16 de Noviembre de 2008, asistimos a uno de los paneles sobre Roberto Bolaño –eje del festival– donde se disertaría sobre las pasiones y aversiones vitales y literarias del autor chileno a partir de los relatos de tres escritores latinoamericanos que tuvieron lazos literarios y personales con él. Conformaron el panel:
Juan Villoro (México, 1956), escritor, cronista y traductor. Considerado por la crítica como el escritor mexicano más importante de su generación. Su obra fue traducida a diversos idiomas y ha recibido numerosos reconocimientos. Ganador, entre otros, del Premio Herralde 2004. Alan Pauls (Argentina, 1959), escritor, crítico y periodista. Autor de ensayos y novelas. Ganador del Premio Herralde 2003. Horacio Castellanos Moya (El Salvador, 1957), escritor y periodista. Se ha desempeñado como corresponsal, editor y director de diversos periódicos y revistas de México y El Salvador.
Moderó el panel Pedro B. Rey, periodista de la revista cultural ADN del diario La Nación.
II. DESARROLLO
Ni bien aparecieron los panelistas, una mujer gruesa a mi costado me preguntó que cuál de todos es Bolaño. Más allá de lo absurdo de su pregunta, me hizo reflexionar en que pareciera que Bolaño está más vivo que en vida, que hay personas que murieron mucho antes de morir y las hay –como el caso de Bolaño– que, aún habiendo muerto, viven. Hasta podríamos aventurar –apelando a la reciente publicación de 2666 en Norteamérica– que en algunos lugares Roberto Bolaño es un recién nacido.
La calificación colectivamente aceptada de que Roberto Bolaño fue un personaje imposible de encuadrar, también la avala Castellanos Moya cuando dice que Bolaño era un ser profundamente compulsivo, incontrolable, que estaba en el filo, al borde del abismo. Era un outsider que no cabía en la política cultural. Cuando se presentó a la Beca Guggenheim y tuvo que decir cuál era su experiencia, Bolaño dijo «todos los oficios». Claro que los escritores son todos mitómanos, pero su realidad era que no cabía en ninguna clasificación. Se oponía al sistema en una actitud natural de rebeldía.
Lo propio podemos decir sobre sus orígenes y nacionalidad; el mismo Bolaño ha dicho:
«En realidad muchas pueden ser las patrias de un escritor, a veces la identidad de esta patria depende en grado sumo de aquello que en ese momento está escribiendo. Muchas pueden ser las patrias, se me ocurre ahora, pero uno solo el pasaporte, y ese pasaporte evidentemente es el de la calidad de la escritura. Mi obra no tiene presencia en Chile. Dudo mucho que los chilenos crean que yo soy chileno. Creo que ellos creen que soy un catalán loco que ha decidido hacerse pasar por chileno.»
Así era Bolaño. Un escritor latinoamericano nómada. El haber nacido en Chile, mudado en su adolescencia a México, luego en su juventud a Barcelona se refleja en su escritura. Juan Villoro lo evoca de esta manera:
«Siempre recuerdo una anécdota del padre de Leonard Berstein que era bastante cruel con él. Lo golpeaba mucho en la infancia y luego de todo le preguntaron cómo es que haya maltratado así a su hijo y el padre contestó: “pero si yo no sabía que era Leonard Berstein”. Y entonces con Roberto pasa un poco eso…, por momentos no supimos que era Roberto Bolaño.»
El caso de Pauls es bien distinto. Al no haberse conocido personalmente su vínculo se estableció a través de conversaciones telefónicas e intercambio de mails. La sensación que le dejó este ida y vuelta es la necesidad imperiosa de hablar, Bolaño no quería cortar. Señala que Bolaño ostentaba un repertorio ecléctico de amores y odios, de pasiones y aversiones que nunca argumentaba.
«No era un razonador, un crítico en ese sentido. No parecía haber detrás de esa galería de amores y odios principios estéticos, políticos o literarios que permitieran incluso anticiparse a sus próximos odios o amores. Había una cierta actitud beligerante, un poco patotera, para mí muy saludable en un momento en que la Literatura latinoamericana estaba instalada en una especie de confort saludable. En ese sentido aportó una cierta agresividad que le faltaba a la Literatura latinoamericana.»
Esta actitud de Bolaño era muy contraria a su literatura que era inclusiva. La escritura de Bolaño no expulsaba a nadie, ni siquiera a sus enemigos. Era peleador, agitador en su discurso y conciliador en su literatura.
Villoro, habiendo sido temporalmente coterráneo, dice:
«Respecto a México, en Roberto había una idolatría del recuerdo. Él no quiso regresar nunca a México. Yo creo que no quería volver porque era un territorio literario, una invención literaria. No quería alterar la obra, la obra imaginaria que había hecho sobre México.
Creo que estaba seguro de que era un escritor valiosísimo. Eso no quiere decir que se ufanaba de ser un escritor valioso, o que buscara el reconocimiento fácil, si no que si el lector, el mundo, los editores no entraban en contacto con esa obra, ésto era peor para ellos. Él estaba absolutamente convencido de eso. Incluso en su etapa piel roja, cuando él dice que era como un cazador de cabelleras, que iba peleando por premios municipales en lugares olvidados, premios que le interesaban sólo por el dinero, pero él absolutamente convencido de que estaba dando oro molido a cambio de lo que le fueran a dar. Digamos que en ese sentido, no le interesaba el fenómeno de la fama incluso, luchaba contra ella. Por eso, si alguno de sus amigos cercanos hubiera tenido en vida la fama que hoy tiene él le hubiera parecido espantoso.»
¿Era Roberto Bolaño un escritor de vanguardia? Responde Alan Pauls:
«No veo a Bolaño como un vanguardista. Lo veo más bien como un romántico, un fanático. La verdadera pulsión que anima su literatura es el fanatismo. En ese sentido es pre-vanguardista. Esa especie de figura de artista sin obra que aparece en su literatura –llena de poetas, llena de pintores, llena de artistas que prácticamente no tienen obra– lo que hace allí Bolaño es reapropiarse muy inteligentemente de una tradición que ya está –en términos estéticos– en un callejón sin salida. Lo que retoma de esa tradición es un repertorio de formas de existencia.»
Esto marca definitivamente que la literatura de Bolaño no es de vanguardia, entendiendo que la vanguardia tiende necesariamente a dejar afuera a alguien y la literatura de Bolaño es inclusiva, no, exclusiva. Pauls continúa reflexionando:
«Para mí hay dos Bolaños. Uno es el que cierra de algún modo el ciclo de la gran novela latinoamericana, y en ese sentido Los detectives salvajes es un poco la novela que cierra. Cuando escribe esta novela, lo que está haciendo Bolaño es decirle a Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa: “ustedes creyeron que habían escrito la gran novela latinoamericana…, están equivocados. Ésta es la gran novela latinoamericana”. Este es el momento máximo de patoterismo de Bolaño, ponerle la tapa al boom. Después está el otro Bolaño que es el de 2666 que para mí es alguien que abre algo que hasta el día de hoy sigue siendo un enigma. Una especie de fuga que nadie sabe dónde hubiese terminado.»
Pauls también opina sobre el vínculo de Bolaño con la escritura rioplatense. Sus pasiones y aversiones, sus apropiaciones y omisiones.
«Borges aparece todo el tiempo en Bolaño, pero me da la impresión –y es curioso– que Bolaño era un fanático de Borges que escribía como Cortazar. Creo que él usaba a Borges para preservarse de los riesgos de Cortazar, como un modo de precaución; para ser cortazariano en el mejor sentido de la palabra y no en el peor. Bolaño, como una especie de alquimista bastante milagroso, consigue reconciliar dos tradiciones recíprocamente hostiles, estéticamente hostiles, políticamente hostiles…, eso es lo que Bolaño hace. No estaba tan atento a los escritores si no al efecto de los escritores.»
Bolaño básicamente fue un gran biógrafo de artistas. Uno puede atravesar toda la obra de Bolaño y puede encontrar una especie de catálogo de figuras de artistas que él va dibujando a lo largo de su literatura.
Para conocer de boca del propio Bolaño, sobre qué es una escritura de calidad:
«Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso. Correr por el borde del precipicio: a un lado el abismo sin fondo y al otro lado las caras que uno quiere, las sonrientes caras que uno quiere, y los libros, y los amigos, y la comida.»
III. DESENLACE
Creo que a esta altura estoy en condiciones de responderle a la gruesa señora a mi lado, la que hace un rato me preguntó que cuál de todos era Bolaño. Entonces podría responder ahora que Bolaño es aquél, el que está al centro del panel o a un costado, o el que está de pie o el que se ve sentado. Sea cual fuere su ubicación o postura, seguramente estaría burlándose de todos nosotros, diciéndonos:
«Todos estamos condenados al olvido, a la desaparición no sólo física sino a la desaparición total. No hay inmortalidad y esto es una paradoja que los escritores conocen muy de cerca y sufren muy de cerca, porque hay escritores que se lo juegan todo por el reconocimiento, por la inmortalidad, palabra rimbombante donde las haya y palabras inexistentes. No existe la inmortalidad. En el gran futuro, en la eternidad, Shakespeare, Cervantes y menganito son lo mismo. Son nada.»
Nota: Tanto Juan Villoro como Alan Pauls, forman parte del libro “Bolaño, salvaje”, Ed. Candaya 2008, donde los amigos más íntimos y la familia del escritor chileno Roberto Bolaño conversan sobre su vida y desvelan algunas claves de su escritura.
La autora: Andrea Paula Garfunkel (Buenos Aires, 1964). Distante de su profesión y ocupación, escribe ficción. Sus relatos han sido publicados en revistas literarias, suplementos culturales, antologías o blogs de literatura argentina y latinoamericana.
El blog personal http://lomioesamateur.wordpress.com/ es su back up público. Actualmente está trabajando en un libro de cuentos.
En Algún Día │Roberto Bolaño.
Categorías:Artículos
Andrea me gustó mucho tu texto, la forma en que lo abriste y lo cerraste fue… Por supuesto había entrado tanto en los comentarios de Villoro y Pauls hacia él que olvidé lo que pasaría con la señora ansiosa por ver a ese tal Bolaño.